Partiendo del punto anterior creemos necesaria la coeducación, la inclusión y la interculturalidad para poder llevar a cabo de forma correcta y extendida la formación integral de la persona, entendiéndose por esto como aquella que pretende desarrollar todas las posibilidades de la persona en todas sus dimensiones; cognitiva, emocional y social, además de la intelectual. Para conseguir esto queremos acercar a las personas de tal forma que compartan experiencias y exista una comunicación bidireccional e igualitaria por ambas partes, fomentando de este modo la empatía y el aprecio mutuo.
Pero ¿qué es la coeducación? ¿la interculturalidad? ¿y la inclusión?
Son términos que suelen ir de la mano pero que tienen tendencia a ser malinterpretados o incluso llegamos a confundirlos.
La coeducación, según la Consejería de Igualdad y Políticas Sociales de la Junta de Andalucía, se define como:
Desarrollar todas las capacidades, tanto de niñas como de niños, a través de la educación. Supone eliminar estereotipos o ideas preconcebidas sobre las características que deben tener las niñas y los niños, los chicos y las chicas, las mujeres y los hombres. Cada niño o cada niña tiene derecho a ser diferente, por lo que es necesario educar valorando las diferencias individuales y las cualidades personales. Coeducar, tiene como objetivo hacer personas dialogantes e implica respeto y tolerancia, por lo que es una garantía para la prevención de la violencia.
Es decir, educar en el respeto y la igualdad de condiciones y oportunidades, educar para la democracia.
En cuanto a la interculturalidad, está definida por la UNESCO como ''la construcción de relaciones equitativas entre personas, comunidades, países y culturas.'' Planteándose así un diálogo entre iguales, con igualdad de condiciones y con intercambio, diversidad y riqueza.
Pero ¿cuándo hablamos de inclusión? Posee numerosos puntos de vista y significados, pero cuando hablamos de educación inclusiva hablamos de las barreras que impiden que existan niñas y niños que puedan aprender en sus respectivas aulas, estas barreras pueden ser políticas, culturales e incluso didácticas.
Tal y como dice Melero (2012)
Los seres humanos necesitamos a los demás para (con)vivir, desde la edad más temprana necesitamos de nuestros seres más queridos para aprender a pensar, a hablar, a sentir y a actuar. Todo este proceso sociocultural se realiza a través del respeto y la confianza mutua
Con esto se deja patente que la inclusividad es algo indispensable en cualquier centro escolar. La finalidad de estas instituciones educativas debe ser, como su nombre indica, educar, para lo cual es necesario contar con estas características, ya que ''la ética surge en ese sentimiento de preocupación que experimentamos como consecuencia de nuestras acciones sobre los otros y otras.'' (Melero, 2012)
Si se busca educar en democracia es evidente que habrá que hablar de justicia y equitatividad para poder construir una sociedad que afronte los desequilibrios de ella misma. Por esto es necesario una inclusión real y una educación de calidad.
La finalidad de la escuela no es solo dar conocimientos sobre las distintas materias, sino que también ha de educar en sociedad, permitiéndoles conocer otras sociedades y culturas ajenas a la propia, además de desarrollar capacidades necesarias para una buena convivencia social. A menudo se confunde el concepto de integración con el de inclusión, estando el alumnado en muchos casos integrado pero no incluido.
Nuestro concepto de escuela se basa en una educación inclusiva, para la cual se requiere una enseñanza personalizada y mutua, es decir, el alumnado aprende entre sí además de con el profesorado, permitiendo a su vez que el profesorado y el alumnado aprendan mutuamente. Conseguir esto depende en gran medida de crear un ambiente con las condiciones necesarias para aprender y desarrollarse, haciendo uso de diversas estrategias y ciertos recursos TIC, como juegos y proyectos.